Cuando nos aproximamos a gestionar la productividad personal de la mano de GTD, transitamos por una larga etapa de recopilación: cientos de papeles, carpetas, ideas y tareas, muchas tareas, como si este quehacer incesante de tachar actividades fuese el fin último de la productividad personal.
Sin embargo con el paso del tiempo las cosas tienden a aclararse cuando emprendemos vuelo sobre nuestro escritorio y miramos las cosas desde la perspectiva que nos da la altura y entendemos que cada cierto tiempo debemos subir al mástil para asegurarnos de ir en rumbo correcto.
Esta mirada desde arriba a media altura es a través de nuestra lista de proyectos, entendiendo por proyecto toda aquella actividad que requiera de varias tareas anidadas para lograr su cometido y también de aquellos por los cuales apuntamos a lograr nuestros objetivos de vida que nos hemos trazado para mediano y largo plazo.
Una lista de proyectos que combine objetivos simples y otros de envergadura, es la fuente que alimenta el listado de tareas, las cuales irán asociadas a través de un indicador al proyecto de procedencia.
Gestionar proyectos y sus tareas asociadas en vez de gestionar tareas por tareas, es la mejora natural que con el tiempo logramos y que hace de nuestro sistema de productividad personal una herramienta clave de mejora continua.
Imagen: Dreamstime
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