Me aborrecen la aburrida rutina de la existencia. Yo imploro de exaltación mental.Arthur Conan Doyle
Existen palabras que a veces no suenan bien o tienen una carga negativa para algunas personas, palabras con mala fama y que en el fondo no lo son, o es una sobrecarga de sentido hacia tal vez una dimensión de lo que significan.
Tiene mala fama la rutina, aquello que se repite día a día, aquello que es asociado al tedio a la obligación, aquello que parece una dura condena, lo aburrido, lo fome...
Sin embargo la rutina, ese hábito adquirido de hacer las cosas sin pensarlas, puede ser clave a la hora de lograr ciertos objetivos.
Existen rutinas necesarias, como lavarse los dientes, hacer ejercicios, pasear a la mascota, ir al trabajo, etc. que nos permiten ejecutar tareas esenciales para vivir.
Para ser productivo, es necesario ejecutar tareas rutinarias que si no somos conscientes de ellas, podrían tornarse aburridas y perder el sentido.
Para que una actividad rutinaria no nos mate, debe ir acompañada de un sentido especifico, es decir, hacemos esto para lograr este objetivo que es importante para nosotros, un objetivo lleno de sentido, un sueño que se puede lograr.
Esa es la diferencia entre estar sentado todos los días rutinariamente viendo la tele solo por verla, que montar la bicicleta estática y pedalear por 30 minutos, acostumbrar a la mascota a salir a la calle a una hora determinada, subir las escaleras en vez de usar el ascensor.
Reflexionar respecto a lo que hacemos, aún de las cosas más simples, darles sentido, es clave para no convertir nuestra existencia en una carga, sino en un gran viaje.
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